Health / Salud: Imagining a better health-care system

David Parra

David Parra

By David Parra / Associate state director — AARP Arizona

Life is most enjoyable when you are healthy. A simple headache alters your mood, and a more serious illness can make life miserable for us and our families. Our health is our greatest asset and must be matched by an efficient healthcare system. It’s no secret that our country spends more on the care of its people than any other industrialized nation, but does not make the list of the 20 nations with the best healthcare systems in terms of delivery of services, outcomes and life expectancy, among others. Without a doubt, an improved healthcare system matched by personal responsibility is urgently needed.

Imagine a healthcare system in which everyone has access to health insurance through an employer, Medicaid, the Marketplace or Medicare and no one has to be one illness away from bankruptcy. Statistics clearly show that tens of thousands of lives are lost yearly due to inefficiencies in our healthcare system, and that medical expenses are the number-one cause for bankruptcies.

Imagine hospitals not having to close their doors due to the uncompensated care provided to the uninsured that come to their emergency rooms. To cover the loss from providing charity care hospitals charge those with health insurance more, and when insurers have to pay out more our premiums go up.

Imagine a system with contained healthcare costs that eliminate our country’s imeminent threat of financial breakdown. As we know, getting a handle on healthcare expense has been a challenge to our country for years.

Imagine a healthier nation where its citizens take advantage of free preventive services such as mammograms, colonoscopies and others that allow early detection of illness and avoid expensive treatments of advanced and in many instances terminal conditions. We know that in terms of both our health and its cost, early detection and prevention is better that treating advanced illnesses. For example, a CMS 2010 study revealed that 14 percent of Medicare beneficiaries with chronic conditions (which can be prevented in many cases) accounted for 55 percent of total Medicare spending on hospitalizations.

Imagine a healthcare system where insurance companies actually spend 80 percent of the health insurance premiums collected from enrollees on people’s medical care, or provide refunds to the policyholders for not doing so. This would ensure that when we buy health insurance a fair amount of what we pay is available to actually be spent on our care when we need it.

Imagine a system of insurance where no one is denied coverage because of preexisting conditions, and no one loses coverage because of an illness, an honest mistake in the application, or to lifetime or annual coverage limits. Of course, insurance companies would only be able to do this with an enhanced pool of enrollees, where both the young and the older, and the healthy and less healthy participate.

Imagine a healthcare system where insurance companies provide adequate care and at the same time have sufficient enrollees to make a reasonable profit. As much as we may have a negative impression of insurance companies, they play an important role in healthcare, and, as businesses, need to be able to make a profit.

Finally, imagine an enhanced healthcare system that increases the demand for more healthcare professionals and creates thousands of new jobs in this and other related fields. No doubt a robust pool of new enrollees would need a robust healthcare workforce. This presents both a challenge and an opportunity.

Is all this a dream? Can it happen? This is precisely what the Patient Protection and Affordable Care Act (Obamacare) proposes. Clearly, these are very ambitious objectives. I can only imagine how it must have been back in 1935 with the passage of Social Security, and in 1965 with Medicare – two of America’s most popular programs. The ACA may be of an even greater scale. The comprehensive law has already implemented a considerable number of its provisions and recently added a core component to that list: the Health Insurance Marketplace. This could potentially bring America’s ultimate verdict on the ACA. Will it reject its offerings and let it fail or will it welcome its provisions and give it a chance to succeed? That remains to be seen.

— David Parra is the associate state director of AARP Arizona. He currently runs a statewide, volunteer-based educational program on ACA, Medicare and Social Security.

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Imaginar un mejor sistema de salud

Por David Parra / Director Asociado de AARP Arizona

La vida es más agradable cuando estamos sanos. Un simple dolor de cabeza altera nuestro estado de ánimo, y una enfermedad grave nos puede hacer la vida imposible a nosotros y a nuestra familia. Nuestra salud es un bien muy preciado y debe ir acompañada de un sistema de salud eficiente. No es ningún secreto que nuestro país gasta más en el cuidado de sus ciudadanos que cualquier otro país industrializado, pero no figura en la lista de los 20 países con los mejores sistemas de salud en términos de prestación de servicios, resultados y esperanza de vida, entre otros indicadores. Sin duda, se necesita con urgencia un mejor sistema de salud, y éste, acompañado de la responsabilidad personal de cada uno de nosotros.

Imagínese un sistema de salud en el que todos tenemos acceso a un seguro médico a través del empleador, Medicaid, el nuevo mercado, o Medicare, y nadie está temeroso de que una enfermedad lo lleve a bancarrota. Las estadísticas muestran claramente que decenas de miles de vidas se pierden cada año debido a la ineficiencia de nuestro sistema de salud, y que los gastos médicos son la causa número uno de las bancarrotas.

Imagínese que ningún hospital tenga que cerrar sus puertas debido a la atención médica no compensada que proporcionan a los que no tienen seguro. Para cubrir la pérdida por estos servicios los hospitales se ven obligados a cobrar más a las aseguradoras, y cuando éstas tienen que pagar más, nos aumentan las primas.

Imagínese un sistema que le permite al país controlar sus gastos por cuidados de salud y eliminar la eminente amenaza de llevarlo al colapso financiero. Como sabemos, tomar control del gasto por la salud ha sido un desafío para nuestro país por muchos años.

Imagínese un país más saludable donde sus ciudadanos aprovechan los servicios preventivos gratuitos, tales como mamografías, colonoscopías y otros, que permiten la detección temprana de enfermedades y evitan costosos tratamientos por condiciones avanzadas y en muchos casos, terminales. Todos sabemos que en términos de la salud y su costo, la detección temprana y la prevención presentan una mejor opción a la de tratar enfermedades en etapa avanzada. Por ejemplo, un estudio de los Centers for Medicare and Medicaid Services (CMS por sus siglas en inglés) en 2010 reveló que el 14% de los beneficiarios de Medicare con enfermedades crónicas (que se pueden prevenir en muchos casos) representó el 55% del total del gasto de Medicare en hospitalizaciones.

Imagínese un sistema de salud en que las compañías de seguros invierten el 80% de las primas en la atención médica de los asegurados, o proporcionan reembolsos por no hacerlo. Esto aseguraría que cuando compramos un seguro de salud, una buena parte de lo que pagamos estará disponible para que se nos brinde cuidados cuando los necesitemos.

Imagínese un sistema de seguros donde a nadie se le niega cobertura debido a condiciones preexistentes, y nadie la pierde cuando contrae una enfermedad, por un error de buena fe en la solicitud, o debido a límites de por vida o anuales. Por supuesto, las compañías de seguro sólo podrían hacer esto si la mayoría participamos en el sistema de seguros, donde habría jóvenes, mayores, sanos y no tan sanos. Imagínese un sistema de salud en que las aseguradoras proporcionan una atención adecuada y al mismo tiempo, al tener suficientes personas en sus planes, obtienen suficientes ganancias. Por más negativa que sea nuestra impresión acerca de las compañías aseguradoras, ellas desempeñan un papel importante en el cuidado de la salud, y, como negocios, necesitan ganar dinero.  Por último, imagínese un sistema de salud mejorado que aumenta la demanda de más profesionales en la salud y crea miles de nuevos puestos de trabajo en éste y otros campos relacionados. Sin duda, un robusto grupo de nuevos asegurados necesitaría una robusta fuerza laboral. Esto presenta un desafío y, al mismo tiempo, una oportunidad.

¿Será que estamos soñando? ¿Se podrá lograr? Esto es precisamente lo que propone la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, conocida como Obamacare. Es evidente que se trata de objetivos muy ambiciosos. Sólo puedo imaginar lo que debe haber sido la aprobación del Seguro Social en 1935 y la del Medicare en 1965; dos de los programas más populares de Estados Unidos. La reforma de salud bien podría ser de una escala aún mayor. La ley de salud ya ha puesto en marcha un considerable número de disposiciones y está a punto de implementar un componente fundamental, a saber, el Mercado de Seguros Médicos. Esto podría traer el veredicto final de los estadounidenses sobre la reforma de salud. ¿Rechazarán lo que ofrece y permitirán que fracase, o recibirán sus disposiciones y le darán la oportunidad de que tenga éxito? Eso está por verse.

— David Parra es el director asociado de AARP Arizona. Actualmente dirige una basada en el voluntariado, el programa en todo el estado, la educación en ACA, Medicare y Seguridad Social.